El tiempo te da una perspectiva con la que resulta mucho más fácil poder analizar la vida. Lástima que sea la experiencia la que nos facilite cómo manejarnos en determinados momentos y que haya momentos en la vida que siempre se vivan por primera vez. Lástima o suerte.
¡Qué bonitas las primeras veces! , el primer viaje con amigos, el primer beso y esa primera vez que asoma la carita de tu primer hijo o hija a la vida.
Madre por primera vez
Quien tiene varios hijos o hijas sabe que la experiencia más brutal se vive la primera vez. Te cambia la vida.
Yo tuve la suerte de disfrutar de un embarazo maravilloso, sin complicaciones y con un parto bastante rápido. Y soy consciente de que esto facilitó mi nacimiento como madre. Nada como tener un buen punto de partida.
Lloré. Lloré emocionada al ver la carita de mi hija mayor, ¡Qué experiencia tan brutal!, ¡Pura vida!.
No hubo permiso de paternidad a nuestro pesar, no pudo ser. Desde el día 0 nos tocó a mi hija y a mí entendernos y solventar lactancia, cuidados y puerperio con mucha calma, paciencia, amor y ,sobre todo, ¡Mucho instinto!. A solas con el latir de la vida.
Por suerte la enfermera de pediatría de mi ambulatorio , Julia, era un amor y fue un gran apoyo durante la lactancia y el periodo de cólicos de mi bebé. Sus clases de masaje infantil y sus recomendaciones de libros sobre crianza me dieron muchas herramientas para echar a andar sola.
Maternidad: Amor e Instinto
No sé qué tal lo hice como madre primeriza. Sólo sé que lo intenté hacer lo mejor que pude. Si me estás leyendo y acabas de ser madre te diré, con todo el amor del mundo, que seguro lo estás haciendo bien.
No hay una ecuación perfecta para esto de la crianza, pero hay dos factores, a mi modo de ver, determinantes para hacerlo lo mejor posible: El amor y el instinto.
Desde la experiencia y la distancia de los ya 13 años desde que fui madre por primera vez, te diré que intentes oír tu voz entre el barullo. Escúchate, cuídate y no te juzgues. Céntrate también en ti. Si hayas la calma, serás calma.
Habrá momentos en que te desbordes, es normal. Pide ayuda. Quizá no quieras dejar a tu bebé con nadie, pero puedan ayudarte con la casa, las comidas, las compras … A veces no hay que esperar a que los demás presupongan que necesitas ayuda con algo. Habla claro y pídelo.
El derecho a equivocarse
Serás un mar de dudas en muchísimas ocasiones. El entorno a veces no ayuda. Cuando nace un hijo a veces, sin mala intención, todo el mundo se cree con derecho a opinar sobre la crianza y determinados temas que a mí , personalmente, me parece que corresponden al ámbito personal.
Yo recuerdo tres preguntas que me hacían repetidamente y yo no entendía por qué, ya que sólo me afectaban a mí y nuestra pequeña familia de tres.
¿Hasta cuándo vas a darle de mamar?, ¿Hasta cuándo va a dormir en vuestra habitación?, ¿Cuándo tienes pensado volver a trabajar? . ¿Os han hecho alguna vez estas preguntas siendo madres?.
Las tres me parecen decisiones tan personales … Pero a veces te encuentras justificándote y dando explicaciones que no deberías dar, ya que son cuestiones que sólo afectan a tu intimidad, a tu vida y a nadie más.
Aprendes también así a no juzgar. Cada hijo o hija lo crías a tu manera, en tus circunstancias personales, económicas, como mejor puedes, con lo que te haya dado la vida a ti también. Y así cada mujer, cada madre, con sus más y sus menos. Arrastramos también nuestras carencias a veces. Si te escuchas y eres consciente de ello, habrás hecho mucho camino ya.
Un consejo, para terminar, ¡Busca refugio en otras mujeres que hayan pasado por la maternidad!, escucha sus voces, sus experiencias. Seguro que a tu alrededor encuentras alguien en quien poder descansar, apoyarte y encontrar aliento.
No estás sola. Cuídate . Con mucho amor e instinto creceréis como familia.
Seguro que vas a hacerlo muy bien como madre.